lunes, 22 de noviembre de 2021

PILARES URBANOS DE TORREJONCILLO DEL REY

 

Entre los numerosos paseos vespertinos por los arrabales del pueblo que he venido realizando este verano, ha sido sin duda alguna los entornos de la Ermita o Cueva de la Esperanza, y el vallejo del Arroyo Hortizuela los más frecuentados. Desde esta pequeña elevación de la Esperanza en la primera ladera que nos conduce al paraje de la Era Mata, con su pequeña población de pinos carrascos de reforestación, la panorámica de los primeros barrios de Torrejoncillo del Rey a la puesta de sol de estos días tan largos de verano, cuando la canícula nos da un respiro y la luz de poniente aviva los colores del paisaje, es espectacular, entretenidísima.

Esta antigua ermitilla en ruina, de tantísimo encanto en su simpleza arquitectónica popular, se encuentra excavada en piedra de yeso aprovechando la elevación natural del terreno, tan característico de nuestro término, que inicia el camino de Horcajada. La entrada de arco abocinado, oculta la extraordinaria cúpula de media naranja con gallones de su interior, con la pequeña hornacina ojival al fondo de la cueva. Sentarse al exterior sobre su bóveda, que parece mirar al pueblo en un eterno bostezar, cansada de soledad, aburrimiento y abandono, para observar esta parte del pueblo a la luz del atardecer, es un magnífico ejercicio para nuestros sentidos, que nos invita a un verdadero acto de contemplación.

Desde este punto estratégico al noroeste del pueblo, donde se divisan los orígenes de Torrejoncillo del Rey con sus primeros barrios: el de San Ramón con las bodegas o cuevas de vino horadando sus cimientos, el de la Salud con su otra Ermita, o el de El Calandrajo con su entramado de callejones estrechos como una antigua judería…, uno puede pasar un largo rato ensimismado con los detalles del paisaje urbano que desde la Esperanza se nos ofrece, iluminado por la cálida luz de la puesta de sol a nuestra espalda, como una pintura hiperrealista, e ir dibujando con la mirada atenta los pequeños rincones: los patios y tejados, tapias desvencijadas, zopeteros desgajados, viejas casas o nuevas a medio terminar, ya en ruina antes de su primera ocupación, higueras, almendros, y algún que otro ciprés o pino solitario que despunta al cielo…; detalles que habitualmente se nos pasan desapercibidos, resaltados ahora por la última luz del atardecer, hasta que en el crepúsculo, son los morados del cielo los que prevalecen y se van ocultando estos detalles, y el pueblo comienza a fundirse en negro, quedando en la visión únicamente el oscuro perfil delineado en el horizonte, en la postrera raya de la noche.

Ermita de la Esperanza. Torrejoncillo del Rey (Cuenca)

En esta zona extrema del pueblo denominada La Covatilla, junto al rio Hortizuela: el otro Vallejo, por donde transita el camino del Corredor del Cura y es punto de partida del camino de Horcajada, como es sabido confluyen las empinadísimas calles de Los Romeros, Empedrada, Cambroneros, y el denominado camino de este Vallejo que parte desde la calle Cruz Verde a la altura del antiguo corral y matadero de la carnicería de Ignacio y Honorina; y al fondo las siete carrascas en lo alto, en el cerro que recibe su nombre: de las Carrasquillas, por lo que no es casualidad que desde este punto de convergencia de tantos caminos y calles se nos ofrezca una magnífica panorámica del poniente de Torrejoncillo.

Siempre me he preguntado, datada la Ermita como una construcción contemporánea, qué movería a su construcción en este estratégico emplazamiento, encrucijada de caminos que llevan al sur por el de Urbanos, al oeste por el camino de Valparaíso de Abajo, o al norte por el ya nombrado de Horcajada. Quizás el nombre de este paraje del que hablo: Covatilla, lugar de resguardo entre peñas, reciba su nombre por la Ermita, y con la concha esculpida en la piedra que da forma a la hornacina de la Esperanza, evoque un motivo peregrino, de recogimiento para dejar el alma dispuesta para el incierto viaje, o dar gracias por el ya realizado, con el pueblo al alcance.

Reforzaría esta hipótesis la existencia de restos a la entrada del pueblo, por la calle Empedrada, de una antigua casa de acogida, el Hospital de Santa Rosa, para “hospedar a los pobres y curar a los enfermos, así naturales como forasteros”, tal y como se describe en el libro Torrejoncillo del Rey. Su presente y pasado, de  Julián Balsalobre.


Hornacina ojival con concha esculpida de la Ermita de la Esperanza

Podríamos decir que la calle Cruz del Catón, y su prolongación con la calle Callejuelas, es la arteria transversal principal de la que nacen estas empinadísimas calles de entrada al primigenio pueblo, como las rondas que bordean las antiguas ciudades amuralladas. Pienso de aquí su nombre, pues así se llamaban a las entradas sin puerta de acceso a las villas y ciudades, esquinas o cantones dotados de cruces o reclinatorios para temor de Dios, y que dejaban el paso franco a los pueblos a viajantes y tratantes.

Calle de la Cruz del Cantón

En la calle de la Cruz del Cantón, con la modesta cruz de hierro pintada en negro y el Árbol del Paraíso que crece anárquico a su vera -libre del cuidado de ajardinamiento municipal-, de todos los torrejoncilleros es sabido la existencia del gran solar del Huerto del Juez: Don José Antonio Balsalobre. Los paseos a la caída de la tarde en este verano por estos entornos, la verdad sea dicha no se han limitado a la observación más o menos nostálgica de aquel pueblo que no conocí, y en muchas ocasiones la curiosidad ha podido a la reflexión, y me han llevado una vez más a la intrusión en estos solares agrestes de tapias inexistentes o derruidas, desmembradas, y pasear por ellos entre la maleza desbordada sorteando los enormes y altivos cardos borriqueros dueños del pasaje, de olmos secos machadianos “hendidos” por la grafiosis, higueras salvajes, frondosísimas, y viejas construcciones arruinadas.

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido.

El olmo centenario en la colina...

Un musgo amarillento

le lame la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

Recordaba la existencia en esta finca propiedad actual de la familia Escribano Balsalobre, de alguna cueva, oquedades para el almacenamiento de aperos o leña, y lo que realmente me atraía y llevaba a la invasión de la propiedad privada: el pilón de este Huerto del Juez que servía de alberca para el riego del soberbio huerto que algún día fue.

Tapia oeste, semiderruida, del Huerto del Juez

Este estanque rectangular construido con sillares de piedra, recogía las aguas sobrantes del pilar de la Plaza de la Constitución de Torrejoncillo del Rey, y como digo se usaría para riego del hortal con un entramado de regueras y surcos, completo de verduras y hortalizas, árboles que imagino exuberantes de frutos, y abrevadero para el ganado imprescindible, una estampa bucólica hoy transformada en una imagen de desamparo; aunque mucha gente me ha contado el recuerdo de la existencia en sus aguas de pececillos de colores, boutade que me lleva a pensar también el uso de la finca para el esparcimiento y recreo familiar y que haría la delicia de los chiquillos. Quién sabe si también reflejaría en sus aguas la imagen de algún enamorado no correspondido, sentado en sus sillares en un atardecer, observando melancólico y ensimismado el movimiento de los exóticos peces nadando ajenos a su amoroso pesar.

Pintada en la Calle de la Cruz del Cantón, frente al Huerto del Juez

Hoy la construcción, como si de un paraje de Rivendel se tratase, el ficticio refugio élfico de las obras de J. R. R. Tolkien, se encuentra oculto cubierto de hierba, que para dar más ensoñación al relato no es otra que velo o manto de la novia, con tal frondosidad que impide el acercamiento al pilón y comprobar su estado, como si de un túmulo centenario y olvidado se tratara.

Pilar del Huerto del Juez, cubierto de hierba el Velo de la Novia

Pero el hontanar de Dº Pedro, situado a poco más de un km del pueblo por la carretera de Naharros, antigua carretera Socuéllamos a Castillejo del Romeral, en la escarpada ladera norte del cerro de las Carrasquillas hacia el Hortizuela, de donde se abastecía el pilar de la plaza desde finales del siglo XIX, no sólo nutría de agua fresca y corriente este estanque del huerto sobresaliente en la Cruz del Cantón. Como un depósito regulador en lo más alto y céntrico del antiguo núcleo urbano del pueblo, el agua sobrante llenaba otros pilares de los numerosísimos huertos extramuros y suministraba con las nuevas canalizaciones por las calles del pueblo las fuentes urbanas de otros barrios.

 Pilar de la Plaza de la Constitución, antes Plaza Mayor

Estas fuentes urbanas eran las de la plaza de la Salud situada frente a la Ermita, inaugurada en el convulso 1936, y al pie del gran olmo muerto -cómo no- por la grafiosis cuyos tocones secos y mermados aún pueden verse al final de la calle Romeros; y la de la Ermita o plaza de la Soledad en la calle Romeral, obra del 1930, abastecida por una nueva red municipal dese el nacimiento de la Melonera, y cuyo sobrante continuaba hasta alimentar también un pequeño abrevadero ubicado en la confluencia de las calles Convento y calle Cristo, frente al silo, donde se situó la antigua báscula tras su derribo. Al menos estas dos, que forman parte de mis recuerdos, pero seguro serían muchas más las fuentes que, sin disponer las casas de agua corriente, darían el servicio imprescindible a los vecinos, ganados y bestias, de Torrejoncillo del Rey. Como las tres fuentecillas y su pequeña pileta instaladas algunos años después: la de la calle Iglesia en la puerta de las escuelas, que aún existe, la de la calle Capitán Calleja, antigua calle de Las Parras, esquina con la de la Soledad en la fachada de la casa de Regino, y por último la de la calle Urbanos, antes calle Honda, esquina con la bajada por la calle Pradillo. Un recorrido exacto por estas fuentes, bien merecían una atención aparte, elementos constructivos básicos para el abastecimiento, desparecidos a la espera del relato arquitectónico y etnográfico.



Fuentes de la Plaza de la Soledad (1930) y Plaza de la Salud (1936)

Aquí nos detendremos en el paseo veraniego, ahora en la Calle Callejuelas esquina con la calleja de la calle Ayuntamiento, en el límite con el solar propiedad de la familia de Eulogio García, el Canijo; otro espectacular paraje en los arrabales del pueblo. Este antiguo Huerto de la Gallega, Rompisaca, propietaria originaria, otra prócer familia del pueblo, también abandonado, está dispuesta en numerosos tablares de múltiples desniveles laberínticos, sujetos por viejos muros en mampostería de piedra de yeso, -alguno esconde en sus cimientos una pequeña cueva- y restos de tapias muchos de ellas caídas o restos en pie en un equilibrio imposible, y que confieren a la finca un especial encanto romántico, de alturas y rincones.

El espléndido solar -tiene una extensión de 3.000 m² frente a los 2.000 m² del Huerto del Juez- en su punto más alto, como digo en la Calle de las Callejuelas, encontramos el primer pilar de esta finca. Se trata de otra construcción rectangular también de grandes sillares y piedra de yeso, de unos 10 m² de superficie construida, aunque parte de su estructura ya está derruida y haría imposible la contención del agua, como una triste metáfora de lo que hoy es el pueblo y su declive, y cuenta con una profundidad de un metro: unos 5.000 litros de agua de manantial, dispuesta a la irrigación. 

Pilar 1 del Huerto de La Gallega, en la Calle Callejuelas

La sorpresa en el deambular estival por este otro paraje la recibimos con otro grandísimo estanque recóndito, limitando con la calle Empedrada. Se trata de otra impresionante construcción hidráulica de unos 20 m² de superficie y una capacidad de almacenamiento de agua de unos 16.000 litros, que también se abastecía del sobrante del pilar de la plaza. La obra está muy bien conservada, con su curioso rebosadero casi intacto, y eso sí ha perdido toda impermeabilización y función, y está cubierta de broza y maleza que impide verla en toda su magnitud, con el resto de las ya descritas. Los hongos se han apoderado de la piedra arquitectónica y nuevamente el lugar parece sacado de Ryhope, el bosque ancestral y mágico de la novela fantástica Bosque Mitago, de escritor británico Robert Holdstock; o por qué no en estos anocheceres, de una escena espectral de un relato romántico del diecinueve, de Pedro Antonio de Alarcón

Pilar 2 del Huerto de la Gallega, o Rompisaca.

Al solar fantástico no le falta detalle, y cuenta igualmente con un pozo tradicional revestido de piedra, tan escondido como peligroso en la penumbra, oculto en unos de sus rincones quiméricos. El agujero a pie llano, sin brocal, de casi un metro de diámetro, tiene una profundidad de 5 metros, y aún conserva el madero travesaño donde se engarzaría la garrucha para el balde de extracción del líquido elemento. Si nos asomamos con precaución, inevitable, podemos ver al fondo el espejo del agua estancada y corrompida, y en su tenue reflejo sentir el vértigo de la escena espectral.

Pozo tradicional del Huerto de la Gallega, Rompisaca

Va finalizando nuestro paseo en el enclave en el que comenzaba, para detenernos ante el último pilar del relato. Se trata del situado en el antiguo Huerto de Don Pepe Cruces, hoy propiedad de la familia de Domingo Saiz, el Muletero, y siguiendo el diseño de los anteriores, se trata de otra alberca de construcción rectangular a base de grandes sillares, de 8 m² de superficie y con una capacidad de casi 5.000 litros de agua. Ha perdido el detalle del rebosadero, pero dispone de una pequeña pileta para la regulación del agua muy curiosa. El huerto se encontraba antiguamente tapiado en mampostería de yeso, aunque estos tiempos modernos ha sido sustituida dado su estado ruinoso por una valla metálica, que nos permite disfrutar con mirada curiosa de este antiguo huerto, sin la fatal intrusión. El pilón ha sido recientemente limpiado y restaurado, cosa muy de agradecer, y podemos observar con todo detalle sus características y hacernos una idea de la esencial función de esta arquitectura hidráulica. A su vera, aún prevalece un lilo que evoca tardes de recreo en estos huertos, pues la gran mayoría disponían de merenderos para el esparcimiento, a la sombra de laureles, emparrados y frutales, y el agua fresca corriendo por las acequias, para el solaz familiar en los calurosos días de verano.

Pilar en el Huerto de Pepe Cruces, recientemente restaurado por la familia Domingo el Muletero.

Es de suponer que este último pilar, el situado a menor elevación de todos los hasta ahora descritos, casi al nivel del cauce del Hortizuela, recibiría el último bordaño subsidiario del manantial de Don Pedro, aunque bien podría ser que se abasteciera de otra manantial al pie del pueblo, la fuente natural de El Caño y su abrevadero, hoy desaparecidos, ubicados en el solar anejo al del Muletero, el de Alejandro Mosca.

Alejandro Mosca, en la puerta de su casa, La Ermita de la Salud.

El libro de Don Julian nos da una descripción precisa de esta fuente y su pilón desaparecidos, con lo que no nos entretendremos en reiterar su descripción, teniendo tan a mano el libro fundamental. Sí recordar que la fuente de El Caño además abastecía el Molino de aceite emplazado en este singular lugar, conocido como el Palomar de Mosca, tapiado elementalmente con viejos somieres oxidaos, parrillas de frigoríficos, y algún que otro cachivache de difícil descripción, y que aún atesora algún curioso resto arquitectónico quizás de la extinta almazara, como una puerta con arco de medio punto tapiada en piedra. La piedra solera del molino creo también se conserva. Sería difícil suponer que el molino de aceite fuese hidráulico, al ser la fuente de El Caño un manantial, incapaz de generar fuerza motriz para mover el molino, con lo que supongo sería tirado por acémilas, de tipo noria, movido el rollo por el cansino y monótono trotecillo circular de algún viejo borrico, alrededor de la piedra solera que escurría el otro “líquido elemento verde”, el preciado aceite de oliva. 

Posibles restos del antiguo molino de aceite en el Palomar de Mosca, en la Covatilla

Junto a la fuente de El Caño, en la encrucijada de las calles citadas de los Romeros, Empedrada y Cambroneros, coexistían otros huertos como el de la familia Murie, o el de los Muñoces, pero sin vestigios de pilares. Sin duda alguna sería hoy todo un espectáculo poder observar el pueblo desde la Esperanza con estos huertos en todo su esplendor, a pleno rendimiento de labores hortofrutícolas, poblados los caminos de transeúntes, de carros y mulas cargados de productos para el comercio local.

Existían según me han contado dos pilares urbanos más, más céntricos, que también se abastecían del pilar de la antigua plaza Mayor. Uno situado junto a la actual plaza del Ayuntamiento, en concreto en el callejón de San Juan, para el riego de otro huerto que era propiedad de la nombrada familia de los Muñoces, y que se extendía hasta el patio trasero de la actual iglesia. Este pilar ha desaparecido y el huerto está segregado, ocupado por numerosas casas de segunda residencia y patios. El otro situado en los corrales de la casona de la calle Entreplazas, frente a la tienda de la Angelines y la casa de Fortuna y Piedad, antigua propiedad de Doña Pepita, hermana del Juez Don José Antonio, si bien la titularidad actual es de la familia Escribano Balsalobre. Desconozco si aún se preserva.

Detalle de antigua placa del callejón de san Juan, en la fachada de la casa de Los Cuestas

Como vemos, todas ellas antiguas propiedades de las grandes familias pequeñoburguesas del agro de Torrejoncillo del Rey, otrora poderosas, que gobernaban la economía del pueblo desde finales del siglo XIX hasta mediado el XX, cuando se produjo el gran éxodo del pueblo a la ciudad, época en las que fueron vendidas a pequeños propietarios y renteros, o descuidadas por los herederos hasta hoy; familias diluidas en la sociedad moderna actual con sus descendientes dedicados a profesiones liberales o al funcionariado, ajenos al elemento etnográfico del antiguo patrimonio.

Restos de tapia del Huerto de la Gallega. Al fondo la Ermita de la Esperanza

Miré los muros de la patria mía,

si un tiempo fuertes ya desmoronados

de la carrera de la edad cansados

por quien caduca ya su valentía.

 Salime al campo: vi que el sol bebía

los arroyos del yelo desatados,

y del monte quejosos los ganados

que con sombras hurtó su luz al día.

 Entré en mi casa: vi que amancillada

de anciana habitación era despojos,

mi báculo más corvo y menos fuerte.

 Vencida de la edad sentí mi espada,

y no hallé cosa en que poner los ojos

que no fuese recuerdo de la muerte.

Pero no nos desviemos del camino, que no es este el de la sociología del pueblo el objeto del relato, y volvamos al curso del agua, en el molino de aceite donde nos detuvimos,  para poner fin a este paseo veraniego por los arrabales de Torrejoncillo del Rey justo donde comenzaba, en la Ermita de la Esperanza en el paraje tantas veces nombrado de la Covatilla, junto al vallejo del río Hortizuela, donde desemboca este viaje por las primeras obra hidráulicas de abastecimiento de agua, iniciadas allá a finales del siglo XIX; red que comenzaba en el manantial de Don Pedro, y que con una ingeniería artesana, precisa y subsidiaria de vasos comunicantes, transporta no sólo el agua a estos pilares y fuentes urbanos, sino transcurrido este tiempo ya, finalizada la última época de esplendor de Torrejoncillo del Rey, se trata también de un breve recorrido por parte de la historia y el patrimonio contemporáneo de nuestro pueblo.

Panorámica del Vallejo, el del río Hortizuela, y el paraje de la Covatilla de Torrejoncillo del Rey.

Completo este reportaje con un plano de la Dirección General del Instituto Geográfico y Catastral  de Torrejoncillo del año de 1935, y que gracias a las indicaciones de mi amigo Pedro Briones, descubro y obtengo del Centro de Descargas del Organismo Autónomo del Centro Nacional de Información Geográfica, un valiosísimo documento donde aparecen representados muchas de las obras hidráulica, edificios, lugares, y calles con su antigua toponimia, por los que ha transitado este artículo, como las bodegas del barrio de san Román, la fuente de la Soledad, el Molino y la fuente del Caño, el antiguo huerto de Pepe Cruces…, un callejero imprescindible, interesantísimo, también para la ayuda a determinar los orígenes del pueblo; y como un mapa de la memoria para aquéllos que quieran hacer un recorrido, desde el respeto a las propiedades privadas y el cuidado de las construcciones, por esta fantástica ruta urbana del patrimonio histórico, lamentablemente sin la especial protección, de pilares y fuentes de Torrejoncillo del Rey. 

Detalle del Mapa de Torrejoncillo del Rey, de 1935, de la D. G. del Instituto Geográfico y Catastral 


Inventario de este relato; Ruta de Pilares de Torrejoncillo del Rey:

1. Manantial de Don Pedro

2. Manantial de la Melonera

3. Pilar de la plaza de la Constitución

4. Pilar del Huerto del Juez, en la calle Cruz del Cantón

5. Pilar 1 del Huerto de La Gallega, en la calle Callejuelas

6. Pilar 2 del Huerto de la Gallega, en la calle Empedrada

7. Pilar del Huerto de Pepe Cruces, en la calle Romeros con Empedrada

8. Pilar de Los Muñoces, desaparecido, en callejón de San Juan

9. Pilar de Dª Pepita, en la calle Entreplazas (se desconoce si prevalece)

10. Fuentes:

10.1 de la plaza de la Salud

10.2 de la plaza de la Soledad.

11. Fuentecilas:

11.1 de la calle Iglesia

11.2 de la calle Capitán Calleja

11.3 de la calle Iglesia Urbanos

12. Casa – Hospital de Santa Rosa.

13. Restos del Molino de aceite, en el Palomar de Mosca, en la Covatilla

14. Ermita o Cueva de la Esperanza, en la encrucijada de los camino a Valparaíso de Abajo, y a Horcajada.  

1.    

 

Torrejoncillo del Rey, otoño de 2021

 

Carlos Cuenca Arroyo, es empresario y concejal del Ayuntamiento de Torrejoncillo del Rey

 

 

BLIOGRAFÍA

Torrejoncillo del Rey. El presente y su pasado. Julian Balsalobre. Edición de 1996

A un olmo seco. Poema de Antonio Machado.

Miré los muros de la patria mía. Poema de Francisco de Quevedo.

https://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/index.jsp

https://www.sedecatastro.gob.es/



martes, 6 de julio de 2021

sábado, 19 de junio de 2021

Ardilla gigante comeluz


Una vez más, los paseos nocturnos en los pueblos alcarreños por sus calles solitarias, con el debido sigilo, tienen sus recompensas, como la del pasado viernes cuando sorprendí en la Cruz del Cantón de Torrejoncillo del Rey al fantástico animal vegetal "ardilla gigante comeluz", a decir de mi sobrina. Rarísimo ser imaginario del bestiario de esta comarca alcarreña.
Rondan los arrabales de los pueblos, y protege las callejas y sus casas en las noches de verano de la contaminación lumínica. Asustadizos y silenciosos, son muy difíciles de ver, pues siempre andan empachados, y pasan días camuflados en los árboles -los del paraíso son sus predilectos-,  para descansar y digerir los pesados haces de los alumbrados públicos.

sábado, 8 de mayo de 2021

Salamanquesa

¡En la Alcarria existen los dragones! 
Y he visto el primero de la temporada, en esta comarca mágica

lunes, 3 de mayo de 2021

SOLARES Y OBJETOS OLVIDADOS


Los paseos a la caída de la tarde en esta época del año por el pueblo son un espectáculo para los sentidos, realzados por los silencios de sus calles y la luz del atardecer. 

Me gusta colarme a hurtadillas en los solares abandonados por cualquier hueco de sus tapias semiderruidas o por las puertas reventadas, y pasear despacio entre la ruina inminente y sus patios.

En la primavera se colman frondosos de hierbas, altas y muy verdes, y flores silvestres de vivos colores. Las higueras comienzan a brotar y asoman sus ramas por las tapias, y los almendros esconden en el interior sus arzollas de los ojos codiciosos.

Para mejorar la estampa, si la tarde está lluviosa, el suave olor a tierra mojada acrecienta la expectación de allanamiento. Relucen los yesos cristalizados de las paredes, y los pequeños detalles entre las ruinas resaltan y destacan como viejos tesoros sin valor.

 


La escena parece de una de esas novelas de literatura fantástica, y andas despacio esperando sorprender a alguno de sus personajes mitológicos: un fauno, un enano, una ninfa, un elfo..., o como en este paseo, a sor Citroen; aunque lo más probable es que sea sorprendido uno por el dueño del solar, a algún otro vecino curioso y solitario como yo, lejos de la mítica actriz española.



En estos solares agrestes evidentemente no hay seres mitológicos ni personajes de películas. La despoblación los ha echado a las ciudades, dónde pasan desapercibidos entre tanta fauna urbana. 

Lo que sí descubres ocultos entre escombros y maleza son objetos hoy inservibles, de otras vidas, cachivaches amontonados en posiciones inverosímiles, antes útiles, que harían las delicias de la Fundación Antonio Pérez. Restos que el tiempo a desdibujado hasta hacerlos inservibles, a la espera quizás de una mano restauradora.

                            

Fotografío fascinado estos objetos inanimados con el móvil, casi con miedo, como si estuviera robando algo con la instantánea y desvelando sin permiso la vida íntima que alguna vez tuvieron estas cosas viejas y sin valor hoy aparente, como si con la captura furtiva pudiera devolverlos a su antigua existencia.



miércoles, 28 de abril de 2021

EL ALMACÉN DEL “ORO CEREAL” DE TORREJONCILLO DEL REY.

 EL SILO

“La Red Nacional de Silos es una de las empresas más interesantes acometidas hoy por el Estado. Como elemento regulador de la economía, como factor para racionalizar nuestro mercado agrícola, como instrumento puesto al servicio del labrador, la obra ingente de los silos pertenece a esa categoría de las cosas “que quedan”. Así comienza un breve pero ilustrativo documento de 1957 sobre la Red Nacional de Silos de D. Óscar Núñez – Mayo.

Ese año, considerado como el fin de la durísima primera etapa del franquismo y que daría paso al desarrollismo, 187 eran los silos y graneros que el Servicio Nacional del Trigo (SNT), el flamante y todo poderoso Organismo del Régimen, construyó para ganar “la batalla del pan”; de entre los cuales la provincia de Cuenca contaba entonces con 8 de estos almacenes de cereal, entrando en el lote Torrejoncillo del Rey, con la suerte de disponer de una de estas “catedrales olvidadas” tan emblemáticas ahora del paisaje rural de la piel de toro, y que la de Torrejoncillo se nos presenta “altiva”, consciente este edificio del agro de la comarca de su superioridad sobre el resto de edificaciones, victorioso ante la ruina -cuando no desaparición- de otras construcciones antaño preeminentes no sólo por su altura destacada sino por su valor patrimonial y espiritual.

Quizás hoy tan sólo los cansados cerros en el entorno del pueblo, tan característicos y emblemáticos de nuestro paisaje alcarreño, miren displicentes el viejo edificio prominente obra del afán humano. Es posible que incluso dolidos en su pétrea alma cuando allá en los inicios de los años 50 los yeseros descomponían con sus barrenos el zopetero de las Eras del Convento para ubicar y cementar la extraña construcción de oquedades cuadriformes, de líneas verticales y rectilíneas alzadas al cielo, como brazos del movimiento, y máquinas ingeniosas: elevadores, herrajes, sinfines, cangilones…, que osaba aproximarse a su altura de oteros privilegiados

Serían Los Chulos, o quizás Los Patas, propietarios de los hornos de yeso de Torrejoncillo del Rey, quienes trabajarían en el desmonte del solar de la actual Calle Convento donde se emplaza el Silo. Imagino los gañanes perforando enérgicos con ahínco el simple cerrillo de pan trillar, con sus barrenos de dinamita devastadora mellando con orgullo  la era y haciendo volar por los aires los bloques de aljez, y que los viejos de lugar aseguran llegaban como proyectiles hasta la calle Honda; alborotando la paz de torrejoncilleros con las explosiones atronadoras, inmersos los vivos en sus faenas y quehaceres diarios, y sobresaltados por el ruido impertinente los Caballeros de la Orden de Santiago, que dormirían la paz de los justos en sus distinguidos y fríos panteones de la Ermita de Nuestra Sra. de la Paz del antiguo Convento Franciscano, y que observarían indignados y molestos la obra magnífica.

Detalle del sur de Torrejoncillo del Rey. Foto del PNOA del vuelo americano 1956 - 1957

Como sabemos, el lugar escogido para la ubicación del silo se situó al sur del pueblo, en una de las muchas eras situadas a las afueras, junto a la carretera a Palomares del Campo, frente al Convento. Desconozco quien sería el propietario del terreno, y en el vuelo realizado por los americanos en esos años, incluido en los archivos del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea (PNOA), puede verse con claridad un silo en plena construcción. La licencia municipal correría a cargo de mi tío abuelo D Rafael Cuenca Jiménez, a la sazón alcalde y carpintero de profesión, y las bendiciones con el hisopo y las aguas las dispondría el párroco de entonces, D Patricio Gabriel García Fernández.

Detalle situación parcela del silo, paraje Eras del Convento. Foto gentileza de J. M.ª Carceller. Años 60-70. Al fondo, en el margen izquierdo, la iglesia antigua semiderruida, próxima a su total desaparición.

Vista del Silo desde el paraje Las Eras del Cuartel. Foto gentileza de J. M.ª Carceller. Años 60-70

Pero hagamos un poco de historia antes de continuar con esta ingeniería agrícola local, y esbozar apenas unos notas para introducirnos en lo que fue la Red Nacional de Silos y Graneros, “una de las realizaciones más espectaculares del Servicio Nacional del Trigo (SNT), y de sus sucesores el Servicio Nacional de Cereales (SNC) y el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), por su dimensión, por los recursos empleados, por sus repercusiones en el sector e, incluso visual en el paisaje español” (Ni un español sin pan. La Red Nacional de Silos y Graneros. Ed. Prensas Universitarias de Zaragoza. 2007. D Carlos Barciela López).

En 1932 se produjo en España una excelente cosecha de trigo, la mejor de toda la historia de nuestro país hasta ese momento, que provocaría un importante problema en el sector agrario y que repercutiría en la política del país, inmersa como estaba en la ley de Reforma Agraria, aprobada en septiembre de ese mismo año, y que trataría infructuosamente de solucionar el sempiterno problema del campo español. Así, el gobierno de la República reaccionó el 15 de septiembre con un posterior Decreto por el que se anunciaba la futura creación de los primeros silos cooperativos oficiales.

Dos años después, en 1934, la cosecha volvió a ser excepcional cuando todavía estaban sin resolver los problemas originados por esta gran cosecha de 1932; y en julio de 1935 se presentaba en el Congreso republicano un nuevo proyecto de ley para la creación de un Consorcio Regulador del Mercado Triguero, que preveía, igualmente, la existencia de una red de depósitos. Huelga decir el por qué no saldría adelante este proyecto, rota la convivencia con el detonante del golpe de estado.

Finalmente, el 23 de agosto de 1937, en plena guerra civil española, se promulgaba por la Junta de Defensa Nacional, el gobierno de los sublevados en Burgos, el Decreto-Ley de Ordenación Triguera, que creaba el citado todopoderoso Organismo del movimiento nacional, el SNT; culminando de esta forma el proceso iniciado en 1932 y dando vía libre a la construcción de la Red Nacional de Silos, “que permitiesen la recogida del trigo, la retirada de los excedentes en los años de sobreproducción, la importación en los años deficitarios y el abastecimiento de las fábricas de harina”.

Igualmente, al propio estilo totalitario y autárquico del Régimen, si bien es cierto que durante los años 30 se asiste en todo el mundo a un proceso de intervención estatal en la agricultura, el SNT intervendría el sector mediante las reformas económicas, “basadas en la revalorización de la producción asegurando al trigo los precios mínimos remuneradores, ordenando la producción y distribución del mismo y sus principales derivados y regulando su adquisición y movilización”. Igualmente, los industriales harineros quedaban obligados a adquirir el trigo en los silos y almacenes estatales al precio fijado por el Gobierno, como ocurriría en la fábrica de harinas de Torrejoncillo del Rey. Y los consumidores finales, de alguna manera frente a un mercado intervenido, a financiar la Red con la compra del pan candeal, alimento básico e imprescindible.



Anuncio del SNT de 30 de septiembre de 1956 en el diario Ofensiva, estableciendo el calendario de recepción de productos en Torrejoncillo del Rey, entre otros municipios de la provincia.

No es objeto de mi artículo la historiografía del problema triguero nacional, ni del SNT con sus sucesores servicios y denominaciones, el SNC y el SENPA, o profundizar en la mencionada Red de Silos, materias en las que me confieso profano, pues mi querencia esencial es la historia local del Silo de Torrejoncillo del Rey, como uno de los pocos y últimos edificios públicos con memoria del pueblo, tan descuidado a pesar de su preminencia, y que atesora tanta historia no sólo como pequeño engranaje de esta organización estatal citada en sus diversos nombres, sino y quizás lo más importante, la intrahistoria que atesora para los labradores de Torrejoncillo del Rey y de pueblos limítrofes, y para el pueblo todo.

Con lo que dejo el exceso de textos entrecomillados tratando de situar nuestro almacén en este contexto histórico tan complejo, y propongo para los inquietos y curiosos los libros citados, así como Veinte Años de Actuación. El Servicio Nacional del Trigo, del Ministerio de Agricultura editado en 1958; el documento técnico del Servicio Nacional de Cereales sobre la Red Nacional de Almacenamientos de 1970 y el documento técnico de 1978 del Servicios Nacional de Productos Agrarios. Red Nacional de Silos, ambos editados por el Mº de Agricultura; y Las Catedrales Olvidadas. Red Nacional de Silos en España. 1940 – 1990, de César Aitor Azcárate Gómez, publicación del Mº de Medio Ambiente, de 2009.

Foto del Silo, desde la C/Iglesia

 









Portada de Documentos y Libros sobre Red Nacional de Silos, y el SNT.

Otros documentos muy interesantes para saber algo más sobre la historia del SNT y la Red de Silos, son los documentos audiovisuales de los archivos del Noticiario Español, NO-DO, el popular noticiario de prensa y propaganda del franquismo creado en 1943, documentales con una cuidada realización, y que detallan aspectos del campo español como el de Trigos en España, de 1943, o más concretamente sobre el asunto de silos, el reportaje de 1956 Trigos Españoles, disponibles en la página del FEGA y YouTube.

La historia termina casi como comenzaba allá por el 1932, ya que la campaña de 1984-1985 en España fue excepcional, con otra cosecha récord de 6 millones de Tn de trigo; con una salvedad que imponía la realidad del mercado y fue que alcanzado el viejo sueño franquista con la finalización de la Red Nacional de Silos, el 90% de la cosecha de esa campaña se comercializaría a través de operadores privados, y sólo el 10% restante a través del SENPA. Sería el fin de la Red Nacional de Silos. En definitiva, con la ley de 29 de mayo de 1984 se pone fin al monopolio y comienza la etapa de desmantelamiento de la Red, creciente hasta ese mismo año incluso, lo que nos da una idea del poder del lobby triguero, que diez años después del fallecimiento del viejo general y en la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, aun se mantenía el monopolio estatal triguero del todo poderos SNT, uno de los proyectos más emblemáticos de la dictadura y que se resistía a desparecer. Los números finales: 672 silos construidos en España con una capacidad total de 2.302.709 Tn, y 277 graneros con 303.409 Tn de capacidad.

Comenzaría así un periplo de titularidades de los Silos, y al inicio de la década de los 2000, del SENPA se fueron transfiriendo a la D. G. de Patrimonio del Ministerio de turno, las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, y particulares, sin resolverse el problema que generaba esta Red desamparada, con tantos recursos públicos invertidos, trasladando el problema de unas Administraciones a otras ante la imposibilidad de hacer frente indefinidamente a unos costes de mantenimiento sin perspectivas de futuro. La solución, después de todos estos años, ha sido meridianamente clara, anular la Red de Silos para la agricultura española, abandonar las instalaciones a su suerte y dejarlas arruinar por un Estado inmisericorde, moderno para estas cosas tan rancias, antaño encaprichado con el juguete con fondos sin mesura, hogaño rácano en ideas imaginativas y arriesgadas, y en propósitos de reconversión e inversiones; y trasladar el problema a los pequeños Ayuntamientos rurales sin autonomía y recursos, sin propiedad, pero obligados a enfrentarse a los costes de mantenimiento de estas catedrales olvidadas, herrumbrosas y tristes, solaz de torcaces y estorninos.

Vista del Silo desde Las Eras del Cuartel. 03/12/2011

En lo que respecta al Silo de Torrejoncillo del Rey, la titularidad pasó a la D. G. del Fondo de Garantía Agraria (FEGA), del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y en esta máxima de la extinta Red Nacional de Silos de trasladar el problema, como Juana la Loca deambulaba el cadáver de Felipe el Hermoso por toda Castilla, el muerto recayó a Patrimonio de la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades de Castilla – la Mancha. El Ayuntamiento, mediante un acuerdo de 22 de enero de 1998, dispone de autorización de uso “para fines de interés general agrario, uso limitado al tiempo estrictamente necesario, con abono de todos los gastos que el mismo ocasione, incluidos arbitrios municipales, impuestos sobre Bienes Inmuebles, tasas o contribuciones especiales que puedan existir sobre dichos inmuebles, eximiendo al FEGA de los mismos durante el tiempo que dure la cesión, formalizada el 19 de enero de 1998”. Esta cesión no suponía derecho adquirido alguno.

El despropósito para los intereses municipales continua de forma que el “FEGA procedería a dar de baja todos los contratos de servicio existentes a partir de la fecha de entrega, tales como agua, luz, etc., siendo por cuenta del Ayuntamiento la gestión, contratación y pago de los servicios que estime oportunos, y que añotodas las responsabilidades que pudieran derivarse de la utilización del inmueble, incluso la reparación de los posibles daños o desperfectos que pudieran producirse, serán por cuenta del Ayuntamiento, que deberá cesar en el ejercicio de la actividad que se autoriza, tan pronto como sea requerido. El conocimiento por el FEGA del incumplimiento de las obligaciones derivadas de los fines para los que es cedido, comportará la revocación de la cesión unilateral por el cedente”. Denotan estos acuerdos un descarado interés de la Administración por el sostenimiento y conservación de su Patrimonio al estilo de bueno de Pilatos, descargada la conciencia y responsabilidad en los Ayuntamientos rurales. Una dejación sin paliativos.

Documento. Cartilla de lectura de contador de agua del Silo

Que en la comarca alcarreña en la que estamos, iniciado el desmantelamiento de la Red Nacional de Silos, había necesidades particulares de almacenamiento de cereal, es una verdad constatada con la simple visita a los arrabales urbanos de nuestros pueblos y ver la proliferación de naves agrícolas que los agricultores, propietarios de explotaciones, y cooperativas, han construido sin denuedo para la custodia de sus cosechas; y para ahondar en el despropósito para la Red, la gran mayoría de ellas edificadas bajo el paraguas de las ayudas de los Fondos de Desarrollo Rural Europeos para la lícita mejora e incorporación tan necesaria de jóvenes a las explotaciones agrícolas.

Esto me lleva a reflexiona si el Ministerio de Agricultura en lugar de abandonar la Red de titanes, como una cuadrilla de leprosos a la suerte de la mendicidad, quizás por el tufo franquista del antiguo SNT que rodea el sistema de almacenamientos, y que haría arrugar la nariz y tensar el meñique a más de un funcionario de nuevo cuño deseoso de actualizar su imagen demócrata-de-toda-la-vida y desvincularse de todo lo que oliese a Régimen; en lugar de abandonarlos en su totalidad, digo, bien podrían haberse estudiado alternativas para su reconversión, incluso con la participación de los productores, puesto que necesidades ha habido, y dineros bastantes.

Ya en los primeros años 30, voces solventes del país  propusieron que la Red aun inexistente y necesaria, se desarrollara con una gestión mixta mediante empresa semipública, que llevara a cabo por una empresa al estilo de la CAMPSA para los hidrocarburos, creada por el político de triste final José Calvo Sotelo; o incluso propuestas más arriesgadas, de difícil término para aquellos años de plena crisis de las democracias occidentales, como que la Red fuese realizada por manos privadas, como así propuso la prestigiosa empresa alemana especializada en tecnología de molienda, Buhler. Hoy, en pleno siglo XXI continúa montando fábricas de harinas en todo el mundo, como la existente de avena en la vecina Carrascosa del Campo, propiedad de la familia NOALLES Y BALANZÁ, S. A., que se levanta imponente junto a la A40, como una nueva catedral modernista.

En definitiva, poner la Red en manos privadas mediante cesiones desinteresadas y acuerdos de reconversión, como las Cooperativas agrarias de las localidades o comarcas, empresas de almacenamiento y selección de cereales, y bajo las ayudas de estos fondos europeos de desarrollo rural, haber contribuido al sostenimiento de la Red con el fin por la que fue creada, modernizada y adaptada a los retos actuales de sector.

Fábrica de harinas de Avena, de Carrascosa del Campo, propiedad de NOALLES Y BALANZÁ, S. A.

Pero volvamos a terrenos menos burocráticos, cenagosos, y situémonos de nuevo en el año de 1952, en los que se llevaría a cabo la construcción del silo de Torrejoncillo del Rey, coincidiendo con los primeros Planes de la expansión de la Red Nacional como hemos visto, para aportar algunos datos curiosísimos, muy interesantes, algunos de ellos frutos del azar. El Silo dispone de una pequeña oficina, con una mesa camilla desvencijada huérfana de faldas y brasero testigo de no pocas tertulias sobre el campo y la meteorología caprichosa. En ella, en un viejo armario carcomido, he rescatado un puñado de documentos, muchos ya inservibles -¡ay, cuántos valioso desaparecidos!- llenos de polvo y excrementos de roedores, que han dado cuenta de mucho de estos papeles para una dieta rica en celulosa; pero aun bastantes y valiosos, algunos en buen estado, y recuperar así parte de la historia de este edificio principal.

Entre la documentación rescatada de la oficina auxiliar, sorprendentemente hayo prácticamente intacto un Libro de Visitas de Inspección al Almacén Cereal de Torrejoncillo del Rey. La diligencia de este libro de actas por el Jefe Provincial de Cuenca del SNT es de 10 de septiembre de 1953, año en el que aun el silo estaba sin construir. Como es sabido, después de la guerra civil, la Ermita de la Soledad fue usada como granero del SNT hasta la puesta en funcionamiento del Silo, sería denominado como almacén nº 1, y es aquí donde los agricultores del pueblo almacenaban sus cosechas de trigo, y que alimentaba durante todo el año la fábrica de harina, y mantenían calientes y aromáticos los muchos hornos de pan blanco con los que contaba el pueblo.

Documento. Diligencia del libro de visitas de inspección a los almacenamientos de cereal de Torrejoncillo del Rey.

Entre sus páginas ajadas leo las notas de la inspección de 30 de agosto de 1956, donde se constata el mal estado en que se encuentra la Ermita. El Jefe Provincial escribe en este sentido: “únicamente encuentro en el almacén n.º 1 Ermita de la Soledad, que cada día se encuentra en peores condiciones, pues la grieta que tiene en el lado izquierdo está más abierta creyendo el que suscribe, sería conveniente, adjudicar todo el trigo y reparara urgentemente”. La Ermita, tras el derribo de la antigua iglesia, fue reparada y restaurada con elementos de ésta, como el retablo, y devuelta al Culto en el año de 1961; el uso como granero finalizaría en el año de 1958; aunque no perdería su función en esta perspectiva católica, de ser recogimiento de las “semillas” de Torrejoncillo del Rey al amparo de Ntra. Sra. la Virgen de la Piedad de Urbanos en los meses de mayo.

Facha de la Ermita de la Soledad, usada como GRANERO desde el final de la guerra hasta finales de 1958.

Otro dato curios que obtengo de este especial documento a salvo de la voracidad de los roedores y la desidia y dejadez de nuestras élites, y que desconocía totalmente, es la existencia de otro almacén de trigo en el pueblo, ubicado en alguna sala o cámara y denominado almacén nº 2, Panera. Ignoro su ubicación. Se indica en la entrada n.º 27 de marzo de 1958 del libro de vistas que “la panera nº 2 solamente se usa para trigo no de semillas y que se encuentra en malas condiciones”. A partir de este año, no hay más menciones ni referencias a este misterioso almacén. Indagando a los viejos del lugar, últimos reductos de la memoria viva del pueblo, me indican que quizás se tratara de alguna nave almacén en el interior del pueblo, posiblemente la de D. Juan José Balsalobre, en la calle Capitán Calleja.

Por último, el 26 de febrero de 1957, se entrega la majestuosa arquitectura, quedando así registrado en el valiosísimo y viejo legajo: “Por orden del Sr. Sartorios se le entregan las llaves del Silo aunque no se ha hecho acta de entrega, porque el elevador y los trasportadores no dan el rendimiento que la casa da, que es de 1.500 kg/hora y solo da en perfectas condiciones 1.100 kg y que se puede utilizar hasta tanto la casa lo repare”. Así, mediante este sencillo acto tiene lugar la apertura del Silo. Buscando por las hemerotecas de la prensa de la época, no he encontrado noticias al respecto de esta puesta en servicio, o cualquier acto de inauguración y propaganda.

Documento. Diligencia 21 de fecha 26 de febrero de 1957, de entrega de llaves del Silo de Torrejoncillo del Rey.

El último apunte de este documento, el nº 32, es del 25 de marzo de 1976, y reza así, como un viejo parte de derrota de guerra: “Diligencia: para hacer constar mi presencia en este Silo, exponiéndole al Auxiliar del Servicio la situación de posible supresión de esta Jefatura de almacenamiento, quedando como subalmacén de Carrascosa del Campo”. Silencio. El resto páginas vacías de la escritura con caligrafía precisa y mecánica, de frase rectilíneas, amarillentas por los años de olvido y orines de ratones.

El Plan Nacional de la Red de Silos, estableció tres tipos de unidades de almacenamientos con sus diversas clasificaciones. Los del primer nivel llamados de recepción para absorber la oferta de cereal en los mismos lugares de producción, con capacidades entre 1.500 Tn a 2.000 Tn, conservando el granos para el propio consumo o para el traslado a otras zonas; así los agricultores tenía un centro de recepción y almacenamiento cercano a sus explotaciones, y también los harineros donde tendrían a mano el suministro del trigo, como es el caso de Torrejoncillo del Rey, ya que si anteriormente hablaba de suerte de contar con este Silo, no sería tanto fruto del azar, sino de la ubicación estratégica del pueblo entre las antiguas carreteras a Cuenca, o Valencia por Montalbo; el número de habitantes con un censo de casi 2.000 personas en aquellos años lo que nos da una idea de la relevancia del pueblo, y la existencia de una fábrica de harina, hoy desparecida, como la de D Manuel Clemente ubicada junto al antiguo granero, la Ermita de la Soledad, en la Calle Cristo.

En un segundo nivel estarían los silos de tránsito y reserva, como puntos reguladores intermedios entre producción y consumo, ubicados en puntos estratégicos, con capacidades de almacenamiento entre 15.000 a 25.000 Tn, en este tipo se encontraría el macrosilo de Tarancón con una capacidad de 21.000 Tn; y finalmente, para realizar las operaciones exteriores se precisaban los llamados silos de puerto, con capacidad de hasta 30 000 toneladas.

Según la definición y características de los 20 tipos de almacenamientos, y que obtengo a través de la web del grupo de investigación privado SILOSYGRANEROS, que promueve la puesta en valor de la histórica Red Nacional de Silos y Graneros de España, y la publicación del SNC, editada por Mº de Agricultura en 1970, encontrada igualmente olvidada en la oficina, el Silo del pueblo se considera de recepción en almacenamiento vertical, con filas de celdas y muros de fábrica de ladrillo armado, solución adoptada del sistema patentado de Schultz y Kling, ingenieros alemanes, que permitían suprimir los encofrados y construir más rápido. Las celdas están apoyadas sobre el terreno, de sección cuadrangular, con un pasillo central de maniobra sobre el cual también se sitúa otra fila de celdas de menor capacidad, y con torre frontal diferenciada del resto del edificio agrícola, no disponiendo de tren vertical de selección, lo que confiere al Silo una clasificación de Tipo D. Esta configuración convierte al silo de Torrejoncillo del Rey en la tipología más extendida, formando parte de las 393 unidades construidas y dispersas por todo el territorio nacional.

La capacidad del Silo de Torrejoncillo es de 1.900 toneladas, repartidas en 14 celdas. Entre los documentos rescatados de la oficina de Silo, he encontrado copias de un plano de los alzados del edificio, del SNC, con instrucciones para la colocación de la nueva cartelería, que data de agosto de 1970, convenientemente mordisqueado por ratones, ajenos a la delineación precisa.

Otra medida de capacidad de los silos que encontramos en los libros y manuales es por vagones, siendo la del Silo de Torrejoncillo del Rey de una capacidad de 190 vagones, es decir 1.900.000 kg de cereal en una sencilla regla de tres, ya que se considera que un vagón soportaba una carga de 10.000 kg. En listado de papeles encontrados en la oficina en la campaña 1974 – 1975, se anotaros unas existencias p. e. de 1.900.000, el límite de su capacidad, y existen evidencias de su uso regular hasta la campaña de 1991 – 1992, con existencias almacenadas de unas 1.600 Tn.

Sin ánimo de cargar en exceso este artículo con datos técnicos, adjunto también unas imágenes de los esquemas que aparecen representados en los documentos citados, para esta clasificación “D”, que creo pueden ayudarnos a comprender mejor qué es un Silo, y cómo funciona. El grupo de investigación SILOSYGRANEROS, en su web, dispone de un vídeo muy didáctico, breve pero aleccionador, que también podrá ayudar a entender de manera rápida y sencilla el funcionamiento.


Esquemas de un Silo de recepción, tipo D, similar al de Torrejoncillo del Rey

Edificio principal, el Silo de Recepción, con la tolva de recepción, y oficina.

Vista lateral del Silo, con detalle de la salida a selección, o granel.

Las instalaciones generales del Silo son bien conocidas por los torrejoncilleros -si bien a fuerza de costumbre quizás nos pasen ya desapercibidas y las pensemos inútiles por inservibles, feas y arruinadas-, y cuentan con este número de elementos comunes en todos los almacenes de la Red, es decir junto a la tolva principal de recepción del edificio cubierta con un porche donde comenzaría el proceso, se encuentra la pequeña oficina que ubica los cuadros eléctricos de fuerza y maniobra, y algún viejo mobiliario ya citado con los documentos póstumos que anuncian calladamente a la soledad del habitáculo, sus toneladas, variedades, saqueríos, órdenes, transportes, albaranes, circulares, nóminas e inspecciones, como fantasmas estériles y olvidados; radiadores eléctricos que no calientan, baterías sin carga, y un oxidado botiquín aun con material de primeros auxilios, esperando el incidente laboral que no llega.

Foto de los equipos de control y maniobra del silo, aun en servicio.

Al lado de izquierdo del edificio se encuentra una pequeña sala, quizás donde albergar maquinaria auxiliar inexistente y que formó parte de la instalación, como alguna seleccionadora, o un tornillo elevador de grano móvil de la empresa IMAD y una máquina para toma de muestras, o una máquina ensacadora de 80 kg de capacidad de la casa CONSTRUCTORA MONTAÑESA, S. A., todas del inicio del servicio en 1957 como reza en albaranes y partes de trabajo; o una rampa sube – sacos también de la casa valenciana IMAD, de 1964; con constancia documental de entrega de todas ellas como digo entre los ajados papeles, sus esquemas de instalación, planos, y manuales de uso; maquinaria espoliada, desaparecida sin rastro. Rescato un par de cazoletas inútiles y huérfanas de balanza, pero ningún resto del pequeño equipo de laboratorio, completo de pesas y utensilios para calibrar el grano con el que contó la estancia para sus minuciosas calibraciones y selecciones precisas.

Cazoletas para el calibrado del cereal.




En la parcela, con dos accesos para los vehículos, no podría faltar la báscula que comparte edificio con el centro de transformación de la energía eléctrica.

Báscula y oficina, y centro de transformación.

Visitar el interior del Silo es un ejercicio aleccionador, además del físico hasta culminar la torre por los interminables tramos de la escalera interior de mantenimiento, como un Miguelete desacralizado, con el rumor quejumbroso de antiguos motores en el interior de las tripas de este edifico secular, tocando arrebato con el sube y baja mecánico de cangilones que transportan el cereal, en lugar del armónico golpeo de un badajo en el bronce de campanas, tañendo su sonido de engranajes a los campos de labranza de Torrejoncillo, como un quejido fúnebre y último, que el viento ulula a través de las numerosas ventanas de vidros quebrados. Asomarse por alguna de ellas, desde esa altura privilegiada es una visión espectacular de tejados y patios.

La maquinaría original para la mecanización del proceso, es de la casa VISIMAR, y aunque en mal estado después de estos casi 65 años de vida y el mantenimiento inexistente, el justo para el precario y esporádico funcionamiento, aún presta su servicio industrial agrario original. Como es sabido el Ayuntamiento ha tenido arrendando el Silo por celdas a diversos agricultores locales, estando hoy ocupado en su totalidad por la empresa Agrícola Oiz Gonzales, S. L., de Palomares del Campo. En diciembre de 2010, siendo alcalde D José Antonio Vals, se realizó una obra de mantenimiento con el pintado de todo el edificio, con cargo a los presupuestos del Consistorio.

Obra municipal de pintado del Silo. Foto 31/12/2010


El Silo de Torrejoncillo del Rey. Foto 18/05/2013

   Pero no todo iba a ser subir y bajar escaleras, y milagrosamente se preserva en buen estado uno de los antiguos teléfono que formaba parte del sistema de comunicación interior del Silo entre la oficina y la última planta donde se sitúa el trasportador horizontal de llenado de celdas. Dos por tanto serían los comunicadores, con sus correspondientes timbres, quedando muestras en paredes de su ubicación. Uno ha desaparecido, y el otro magnífico y único equipo, delicia de cualquier coleccionista, has sido limpiado y restaurado altruistamente por nuestro vecino Miguel Iglesias, a quien agradezco su desinteresada ayuda, y provecho para desearle una pronta y completa recuperación.

Teléfono de comunicación interna del Silo

Dejo en este documento fotos tomadas recientemente de estas simples tripas mecánicas, y añado un esquema de principio del silo, que pueda ayudar a entender el funcionamiento asombroso.

Maquinaria Tolva de admisión

Descargas Celdas. Galería Inferior


Elevador de cangilones. Primera etapa


Final Elevador de cangilones, motor y 2ª etapa

Trasportador horizontal. Galería superior

 

Trasportador horizontal con tubo de descarga o telescópico portátil


 

Elevador, motor final de la 2ª etapa. Punto más elevado del edificio

 

Esquemas de principio de Silo tipo D, similar al de Torrejoncillo del Rey

 

Por último, y finalizando este paseo por el Silo, me detengo en la nave auxiliar que completa junto con los patios la instalación, totalmente vallada. Esta nave, anexa a la parte trasera del gran almacén, se comunica interiormente con éste por la galería inferior. Está dividida en dos salas diáfanas, una de ellas con los aseos, y se encuentra en buen estado, aunque sucia y sin uso, inservible ante cualquier eventual necesidad. Tiene salida a los patios y directamente al exterior, a la Calle Cristo por una pequeña puerta de paso.

Nave auxiliar. Fachada trasera

Nave auxiliar. Fachada principal con acceso a patios.

Los aseos en el interior de una de las salas de esta nave auxiliar se obraron a partir de en abril de 1974, fecha en la que el SENPA comunicaba la autorización para su construcción y la aceptación del presupuesto correspondiente, obra ejecutada por el vecino de Torrejoncillo del Rey D Bautista Valladolid Solares, por 79.750 pts. Ambos documentos, rescatados de la oficina y junto con el resto a lo que voy haciendo referencia en este trabajo pasaran la archivo del Ayuntamiento para evitar su deterioro y pérdida definitiva.

Documento. Orden del SENPA de 14/04/1975 para construir los aseos del silo

Para terminar con la descripción de este espacio ahora inservible, indicar que el pasado año propuse una iniciativa para su rehabilitación y reforma al Ayuntamiento, con una inversión total de 43.197 €; para generar un espacio municipal disponible a posibles emprendedores, artesanos o nuevas actividades, a modo de vivero de empresas; o para asociaciones u otras necesidades municipales de cualquier tipo y que tengan cabida en esta polivalente sala desaprovechada, pero con tantísimas posibilidades que ayuden a la dinamización del pueblo, generando un servicio para la promoción empresarial ahora inexistente.

En este momento se han iniciado los trámites ante la D. G. de Patrimonio de la Junta para la correspondiente autorización de la actuación propuesta, como un permiso paternal, ya que como he indicado, estamos sujetos a la tutela de Administraciones supramunicipales, que coartan la autonomía municipal sin posibilidad de actuación, incluso para una mejora sustancial del arruinado edificio con fondos propios, gasto que para colmo hay que comprometer previamente.

Bien es verdad que siempre queda el recurso de desafectar el Silo, con el correspondiente inicio del expediente y solicitud al actual titular, la Junta, donde el muerto, con toda su mortaja de cintas y engranajes, pasaría a manos del Ayuntamiento, disponiendo así de total independencia y gestión sobre el mismo. Al fin y al cavo sería nuestro muerto. Acción que a mi juicio se debería acometer, ya que el total del coste actual del mantenimiento y sustento, los riesgos de seguridad industrial por el uso que aún se realiza, etc., recaen indiscriminadamente sobre el Ayuntamiento, pero sin la libertad de cualquier actuación o iniciativa que pudiera realizarse para el interés común, uso y aprovechamiento definitivo de todo el pueblo.           


Vista interior nave auxiliar. Sala 1, con acceso a galería principal



Vista interior nave auxiliar. Sala 2, donde se ubican los aseos


Y termino con este recorrido por la memoria del Silo, que he tratado recuperar con este trabajo, con el aspecto más humano, y que no es otro que el de las personas que formaron parte de su vida, mozos que acarrearían los sacos que alimentaban la celda insaciable, engrasarían las poleas y motores de giros sin fin, limpiarían de polvo las instalaciones, contabilizarían el saquerío con sus entradas y salidas de trigos blandos y duros, cumplimentarían vales-pagarés sustento de familias durante todo un año… Algunos nombres ya han paseado por este texto, pero no podrá ser completo esta modesta investigación sin hacer mención a protagonistas principales de la historia.

No es difícil imaginar el bullicio entorno al Silo en los meses de recolección, con la confluencia de tantos labriegos de la comarca, y sus bestias de carga, galeras, carros repletos de sacos con la cosecha del año. Que fue un punto estratégico para la vida del pueblo no cabe duda. Desde muy temprano, en pleno inicio de funcionamiento del almacén, ya se abrió la primera taberna, la de los Bocacha, en el corral que actualmente ocupa la quesería de Javier Medina, donde esperando su turno almorzarían los agricultores y mozos, descansado de la larga marcha desde los pueblos vecinos. Otros negocios confluirían a la larga sombra del edifico, como el surtidor y el bar de Liborio, también con ferretería y tienda de telas, zapatos, y utensilios para el hogar; o el moderno Bar Restaurante El Chalet, en 1976; y la nueva báscula también instalada próxima al Silo, en esta locura inconsciente de manejo de los fondos públicos donde la báscula del SENPA en el Silo se encontraba a escasos 200 m de la instalación de otra nueva.

Como es normal, el SNT contaba con su correspondiente super estructura piramidal, fiel a los principios de un régimen autárquico, -aunque la burocracia a la que estamos sometidos en el momento que vivimos tampoco va a la zaga, donde no hay trámite que no cuente con un el informe de un eslabón superior que previamente proviene de otro superior, y éstos de otros de mayor nivel, ya sin saber si la orden es provincial, nacional o europea, hasta diluirse la responsabilidad en una maraña de directorios estancos,  opacos e inamovibles, unidos por hilos invisibles, como celdas de un Silo. Expongo un organigrama del Organismo triguero, para situar a Torrejoncillo, como tantos otros pueblos que formaron parte de la Red Nacional de Silos, en el nivel inferior, pero no por ello quien ostentaba la responsabilidad de “Jefe de Silo” por aquellas épocas, el popularmente conocido como “delegao”, estuviera exento de una importante autoridad.

Imagen del Organigrama de la Organización del SNT. 20 años del SNT

El citado Libro de Vistas encontrado en la oficina, como se ha venido comentado, cuenta con bastantes diligencias tanto de las efectuadas a la Ermita de la Soledad, la Panera, y el Silo; todas firmadas por el correspondiente inspector comarcal, garabatos ilegibles, sin identificación. Por el contrario, sí aparecen nombres de varios de los Delegados o Jefes de Silo que han venido trabajando a lo largo de la vida del SNT, SNC o SENPA, hasta su disolución. Nombres que acompañan la firma de diligencias junto a la del Inspector, con entradas y salidas de jefatura, como las de D Alfonso Martín, D Roque de la Torre, D Santiago Cid Barrios, y quizás el más reconocido por el pueblo, el Jefe de Silo D Luis de la Cruz, por los muchos años que asumió la jefatura, desde 1958 hasta 1970 y por su vinculación al pueblo con enlaces matrimoniales de sus descendientes con otras familias destacadas de Torrejoncillo del Rey.

Los trabajadores o mozos que formaron parte del SNT inicialmente fueron D Eulogio Díaz González, D Miguel Oyuela Cuenca, y D Francisco Rodríguez del Saz (Diligencia 29 de fecha 17/12/1957). Eulogio trabajaría como auxiliar del almacén hasta causar baja por jubilación voluntaria el 31/12/1976. Su hijo, D José Diaz Sanz, se incorporó al servicio como obrero en mayo de 1964, hasta su fatal y trágico accidente agrícola al volcar el tractor con el que laboraba en junio de 1973, siendo ya auxiliar del servicio. D Luis Solares se incorporaría posteriormente a la nómina de trabajadores del Silo, hasta su disolución que quedo incorporado a la D. P. de Cuenca de la Consejería de Agricultura de la Junta.



Documento. Fichas del SCN de trabajadores del Silo de Torrejoncillo del Rey

Qué importante sería la construcción del Silo para la mejora de las condiciones laborales de los mozos, eliminados los pesados trabajos de carga de sacos trigueros a la espalda acarreando por rampas de pendientes tortuosas para el abastecimiento de los graneros y optimizar sus espacios. Sin duda, la mecanización del almacenamiento de cereal, al igual que el resto de operaciones mecanizadas del laboreo supuso un gran avance en las condiciones de trabajo de la gente del campo.

Imagen de acarreo de sacos trigueros en Graneros. Libro 20 años del SNT

Hasta aquí este trabajo sobre el Silo de Torrejoncillo del Rey, con el que trato de llamar la atención sobre esta catedral de nuestro pueblo, una de esas cosas que quedan, que parecen perdurarán para siempre, pero que el mal interno de la desidia, la atonía, la dejadez y el abandono, minarán sus cimientos, hasta que llegue el día en el que veamos desgajarse el primer esquinazo, caiga aquella cubierta, o reviente la precisa maquinaria, y desaparezca, indefectible parte de la historia contemporánea del agro torrejoncillero. Me molesta especialmente ese desprecio por el papel en nuestro pueblo, como todos estos documentos importantes “olvidados” en la oficina del Silo; donde localizar y estudiar un legajo aunque sea administrativo sobre su historia de aquí, es ya tarea imposible: en el Ayuntamiento, en el Silo, en la Iglesia… Patrimonio documental dejado a la suerte del espolio o destrucción, en ese desprecio castizo hacia el “papel” tan nuestro.

El futuro del edificio es incierto, pues como he tratado de exponer depende de muchas voluntades, la principal la de notros mismos de no dejar perecer este gran coloso que forma parte de nuestro paisaje, historia y recuerdos recientes. Las soluciones nos son fáciles por el coste y dificultad de reinventar la función de este viejo edificio agrícola, y pasan por imaginación y una buena cantidad de euros. Existen experiencia como el Proyecto Titanes (https://iamtitanes.com/) de la D. P. de Ciudad Real en el que un puñado de buenos artistas grafiteros, han pintado las altas paredes de una decena de Silos. No es que sea yo muy partidario de decorar los Silos como si los vistiese Ágata Ruiz de la Prada, o los delineara con su tinta indeleble un artista en tatuajes para raperos; uno es más partidario de las geometrías simples y colores primaros del diseñador alcarreño Juan Carlos Pajares, sencilla interpretación dentro de la sobriedad que debe ser nuestro lema, como al que el poeta Federico Muelas conmina a los castellanos en su posición superior y vigilante, desde su almena. Aún así, no deja de ser un buen proyecto que ha servido para mantener exteriormente estos edificios singulares, y a la vez contribuyen de reclamo turístico para sus municipios.


Silos de Ciudad Real, incluidos el en Proyecto Titanes

En el pueblo vecino de la capital, Chillarón de Cuenca, se ha llevado a cabo otra interesantísima experiencia con su Silo, siendo rehabilitado para uso como instalación deportiva, creando el Nuevo Centro Castellano Manchego de Tecnificación Deportiva en Espeleología y Montaña, con un rocódromo y salón multiusos. Sin duda una magnífica experiencia que pone a salvo y en valor el Silo de la localidad, con un uso integral de la edificación, destinado a estas prácticas deportivas tan demandadas actualmente.


Foto exterior del Silos de Chillarón (Cuenca), nuevo Centro C-M de Tecnificación Deportiva en Espeleología

Otro interesante proyecto es el Proyecto Silos, de la Fundación Goteo, con el que han iniciado una campaña de micro financiación para la realización de actividades culturales y educativas sobre Patrimonio Industrial de los Silos de toda España, incluso de los de Italia y de Portugal, y abierta a quienes quieran adherirse y participar de esta experiencia novedosa. Es un proyecto complejo que pretende ensalzar el valor arquitectónico e industrial de la antigua Red, y ya han llevado a cabo campañas de concienciación y actividades culturales, disponiendo de la cesión de un silo como sede de la Organización sin ánimo de lucro. Sin duda otra buena noticia para la supervivencia de la Red.


Imagen de la web Proyecto Silo, sobre una de las experiencias culturales con estudiantes llevadas a cabo.

Son varios más los proyectos que sobre la antigua Red Nacional de Silos podemos ver con una rápida miranda a través de la ventana de internet: propuestas para su transformación en Hoteles, Centros Sociales, de Ocio…; o como las de algunos Colegios Profesionales para la rehabilitación como centros de enseñanza e interpretación para las Escuelas Universitarias de Ingenieros Agrónomos. Propongo también que quizás serían interesantes para la enseñanza en formación profesional de algunas de sus ramas técnicas como la de industrias agroalimentarias, fabricación mecánica, o instalaciones y mantenimiento, para su uso activo como talleres de formación, prácticas y empleo de los Institutos, ante la carencia actual de estos oficios industriales básicos en la empresa.

Pongo fin a este trabajo sobre el Silo de Torrejoncillo del Rey, con freno a la imaginación desbordada sobre las infinitas posibilidades que entraña la Red, con el que he tratado con estas líneas hacer una llamada de atención para el auxilio de este Patrimonio rural indefectible. No era mi intención mostrar una visión nostálgica y trasnochada que justifique hoy su inútil servicio por el mero hecho de encerrar en su arquitectura gran parte de la reciente historia agraria del pueblo, como una mirada melancólica y paralizante -en muchos momentos de indignación por tanta desidia-, que bloquee la imaginación y anule la voluntad de luchar por estas cosas que quedan.

Foto del Silo y la Ermita de Ntra. Sra. de la Paz, del antiguo Convento Franciscano de los Ángeles Custodios.

La Red Nacional de Silos de SNT, que tanto dinero público acaparó, con sus defectos y burocracias, tasas y autarquía, fue salvaguarda del “oro cereal” de muchos pueblos, contribuyó al sustento básico garantizando el pan de tantas familias, con esa hambre y miseria tan terrible que acompaño a los españoles en los oscuros años de la posguerra, pero al tiempo supuso un avance industrializador que contribuyó al desarrollo y a la mejora de las condiciones de vida y laborales de la gente del campo, y esta intrahistoria añadida, aumenta más si cabe el patrimonio del Silo. Pero no es suficiente.

Bien al contrario, espero haber conseguido al menos hacer una llamada a la conciencia colectiva del pueblo para la preservación y conservación de esta identidad local, y tratar de evitar su continuo deterioro hasta que situación insalvable, irreversible, como la de tantos edificios históricos desparecidos del Patrimonio de Torrejoncillo del Rey, y aun hoy, los pocos que restan al borde de su desaparición. Creo que las alternativas pueden ser muchas, ninguna sencilla y económicamente difíciles de financiar, bien es verdad, sólo hace falta voluntad, que la sociedad del pueblo se involucre y actúe abiertamente, luchar por nuestra autonomía municipal y reclamar a las Administraciones superiores, partícipes de este engranaje de responsabilidades y dejaciones, que contribuyan en la reconversión de los Silos, en un reto que es realista y posible, tangible, para el futuro y el desarrollo de nuestros pueblos.

   Torrejoncillo del Rey, abril de 2021


BIBLIOGRAFÍA

Catálogo de documentales cinematográficos agrarios (1895 – 1981). Fernando Camarero Rioja. Ministerio de Agricultura. 2014.

Temas Españoles. Red Nacional de Silos. Oscar Núñez-Mayo. 1957

Veinte Años de Actuación. El Servicio Nacional del Trigo, del Ministerio de Agricultura. 1958.

La Red Nacional de Almacenamientos. Documento técnico del SNC. Ministerio de Agricultura 1970

Red Nacional de Silos. Documento técnico del SENPA. Ministerio de Agricultura. 1978

Las Catedrales Olvidadas. Red Nacional de Silos en España. 1940 – 1990, de César Aitor Azcárate Gómez. Mº de Medio Ambiente, de 2009.

Ni un español sin pan. La Red Nacional de Silos y Graneros. Ed. Prensas Universitarias de Zaragoza. 2007. D Carlos Barciela López.

https://www.fega.es/es/el-fega/publicaciones/trigos-espanoles  Trigos españoles 1956.

https://www.youtube.com/watch?v=BWk31nK44eI Trigo en España. 1943

https://silosygraneros.es/como-funciona-un-silo/

http://www.ayuntamientochillarondecuenca.com/directory/state-theatre/

https://iamtitanes.com/

http://www.goteo.org/project/silos-todo-el-ano-organizate-a-lo-grande

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